“Primero, trata de entender al otro, después trata de hacer que te entiendan a ti”. Stephen Covey

Toda intervención o discurso tiene un objetivo. Ese objetivo se logrará sólo si se tienen en cuenta las expectativas de la audiencia. ¿Qué espera el público?, ¿Para qué acude a la presentación?

Para poder responder a estas preguntas es necesario interesarnos por la audiencia y sus características. Conocer el número de asistentes previos que van a acudir nos ayuda a darle dimensión al acto. Además, es aconsejable recabar todos los datos que podamos sobre el perfil de la audiencia. En concreto, puede ser muy útil conocer el sexo, la edad, lugar de residencia, nivel cultural y profesión o actividad. Con toda esta información vamos perfilando un poco más nuestra audiencia. Además, se conocemos características personales tales como sus necesidades, motivaciones, objetivos y actitudes estaremos ajustando aún más nuestro discurso a las expectativas del público.

Otro factor que puede ser relevante es conocer si la audiencia ha acudido al acto voluntariamente, por obligación o de forma casual.

El mapa de la empatía recoge una serie de cuestiones que cualquier ponente ha de plantearse para poder hacer un análisis más exhaustive de las expectativas dela audiencia.

¿Qué problemas puede tener la audiencia que estén relacionados con la ponencia? En la respuesta a esta pregunta se encuentra una de las claves de la intervención. Se identifia un nexo común entre la audiencia en la ponencia que se debe abordar en el discurso. Por ejemplo, la ponencia trata sobre una enfermedad cutánea concreta. Se presume que gran parte de la audiencia o su entorno más cercano sufre esta enfermedad.

¿Qué piensa y siente con respecto a ellos? Los problemas comunes también pueden tener pensamientos y sentimientos comunes. Si todos conocemos esa enfermedad es posible que todos sintamos impotencia por, por ejemplo, el picor que sentimos. Esto nos generárá pensamientos tales como “No aguanto más, me entran ganas de frotarme con una lija”. El ponente ha de localizer sentimientos y pensamientos comunes para compartirlos y generar empatía y atención.

¿Cómo es su mundo? Aunque cada persona vive en su mundo particular, es muy posible que la audiencia que tiene algo en común también comparta percepciones. Siguiendo con el ejemplo anterior, es posible que todas las personas que sufren una misma enfermedad tengan las mismas rutinas hogareñas; formas de dormir, actividad física, etc. Además también es posible que su mundo tenga las mismas limitaciones generadas por la enfermedad.

¿Qué necesidades tienen? En mayor o menor la audiencia también comparte necesidades a cubrir. La respuesta a esta cuestión entraña el valor que ha de aportar el ponente. Saber identificar las encesidades y en la medida de lo posible ofrecer soluciones o alternativas ha de ser el objeto de la intervención. En muchas ocasioens las necesidades no necesarimente han de ser físicas sino también emocionales; compartir, reflexionar, aprender, etc.